Desde hace años, algo se mueve en Asturias, y no hay quien lo pare. Artistas como Pablo Moro, Alfredo Gonzalez o Pablo Valdés llevan un tiempo marcando una senda, la de las canciones sinceras, que cada día recorren más y más artistas. Edu Vázquez no es nuevo en esto de la música, ni mucho menos; empezó a tocar el piano desde niño, y en el 2001 ya formó su primer grupo de rock & roll, Los Bourbon, después pasó por Bill Bullet, un conjunto que le pegaba al rock sureño, y también fue uno de los componentes de Despreciables, una banda de country y western. En los últimos tiempos había estado inmerso en Tucson, un proyecto personal en el que estaba acompañado de seis músicos, pero desde hace unos meses decidió ponerle nombres y apellidos a sus canciones, los suyos. En Aunque lluevan sombreros, su primer EP en solitario, Edu ha decidido quitarle las cadenas a sus canciones y dejar que éstas lleguen allí donde merecen, a los oídos de los amantes de lo auténtico. Sus múltiples y variadas experiencias musicales le han ayudado a crear una pequeña galaxia en la que las seis canciones que le dan forma a su EP dibujan una constelación de sonidos limpios, pulcros y perfectamente cuidados. Las canciones de Aunque lluevan sombreros desprenden el inconfundible aroma de lo americano, con tintes country y folk, sin dejar de lado un sonido cercano al rock patrio en ocasiones. Edu nos cuenta historias de camareras trasnochadas, habitaciones de hoteles, gafas de sol y distancias que se antojan imposibles, todo con un gusto exquisito, salpicado por sutiles arreglos de piano, guitarras y mandolina. La producción, sin estridencias, es la más adecuada, y cuando empiezas a conocer las canciones te queda la sensación de que dan lo máximo de sí, que han sido exprimidas de la manera más acertada. Es imposible no caer rendido ante el encanto de Georgina, esa camarera de trenzas que me enamoró hace un año y que hoy luce más sobria y madura que nunca. Es un placer volver a encontrármela en el camino y ver que está mejor que nunca, igual que Mil kilómetros, otra vieja conocida que hoy me guiña el ojo sonriente, sabiendo que está en su mejor momento. La caja de los miedos tiene uno de esos estribillos despiadados que no te dan un minuto de respiro en todo el día, el comienzo de Pequeña locura te transporta a un piano bar nocturno, de esos que aparecían en las antiguas películas en blanco en negro, y qué decir de 506, historia que acaba en la habitación de un hotel ovetense... Aunque lluevan sombreros sabe a whiskey, asfalto y cigarro, y es otra buena muestra de que no hace falta mirar muy lejos para encontrar proyectos sinceros y de calidad, y además, sólo os hace falta visitar su blog y descargarlo para poder disfrutar de él tanto como yo. Os prometo media hora de buena música, ¿alguien da más?.

"Georgina"



"La caja d los miedos"



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